QUÉ NO ES…
Los concentrados químicos no entran dentro de lo que se entiende por abono aunque se usen para obtener mayor rentabilidad a corto plazo en las explotaciones agropecuarias, no lo son porque la palabra “explotación” indica algo finito, algo que antagoniza seriamente con lo “sostenible”.
Selvicultura por el contrario, significa poner en marcha los medios que cada uno tiene a su alcance en el esfuerzo de alcanzar un retorno a los sistemas naturales de autoabastecimiento y crecimiento sostenible con el más escrupuloso de los respetos al equilibrio biológico.
Los concentrados químicos y peor aún los venenos mata-todo que actualmente gozan del fervor popular rompen en pedazos las cadenas biotróficas (relaciones alimenticias entre distintas especies, ejemplo clásico: hierba-mariposa-araña-ratón-lechuza-hierba) añadiendo costes a la producción agrícola, acortando los plazos de explotación y paradójicamente causando nuevas plagas peores que las que se intentan combatir, cada vez más microscópicas y más dañinas, y, lo que ya se sale de cualquier género de razonamiento, es que al final se acaban depositándo en los tejidos de los que se alimentan de ello directa o indirectamente tejidos que a la larga habrán de ser extirpados en el mejor de los casos si se detectan a tiempo.
La agricultura actual tiene mucho de “agro” pero de “cultura” casi nada.
El abono es aquello que refuerza la base de la pirámide biotrófica, es decir, el suelo. Abono es aquello que enriquece la tierra desde el punto de vista edafológico y no desde el volumen de grano cosechado. Con un gran volumen de cosecha tendré probablemente un gran BMV con el cual romperme bien la crisma, pero también hay grandes probabilidades de que los míos desarrollen enquistamientos y tumores en quince o veinte años de exposición e ingesta, aunque si con un poco de suerte para mi ego, viven en la ciudad, fuman y son sedentarios, contaré con otros importantes detonantes a quien culpar de todo mal y justificar mis malos hábitos agropecuarios.
QUÉ SÍ ES…
Edafonutrientes de origen orgánico y afines con la vida.
El abono de calidad, también conocido como estiércol consiste en la acumulación de residuos biológicos de los animales que una vez descompuestos y superados los periodos de fermentación al aire libre, adquieren el nivel óptimo de estabilidad y calidad nutricional para las plantas, es decir, ya no huele y las bacterias que contiene se pueden encuadrar dentro del espectro del humus, es decir, no pudren a la planta.
Muchos denominan estiércol al residuo orgánico que en pleno proceso de fermentación es vertido en mitad de un campo como resultado de la limpieza anual de granjas donde se hacinan a los animales para el engorde sistemático ignorando los más elementales tratos con el respeto a la vida y el derecho animal, otra forma de explotación habitual generalizada en estos tiempos de fanatismo industrial de la era del petróleo. Eso no es abono, son residuos. Aquello huele en varios kilómetros a la redonda y literalmente “apesta”, es decir, extiende enfermedades.
Para que los residuos orgánicos alcancen la categoría de abono han de haber superado el periodo óptimo de descomposición, el abono ya no huele en absoluto y no mancha si está seco. Esto se consigue si ha permanecido un año como mínimo extendido al aire libre. Si se amontona, ese periodo de fermentación aumenta drásticamente y si no se oxigena al aire libre las reacciones químicas apropiadas no se pueden dar.
El “guano” es el mejor abono conocido porque se ha ido sedimentando durante muchos años, incluso siglos, en los anidaderos tradicionales de gaviotas.
Pero a menos que residamos en esos lugares privilegiados y cada vez más escasos donde anidan gaviotas y cormoranes, el guano es un producto de lujo que no nos podremos permitir si tenemos a nuestro cuidado de 50 a 50.000 árboles en un suelo escasamente nutrido porque ha sufrido la explotación agro
pecuaria cerealista o una explosión nuclear (que se le parece bastante). El guano es por tanto demasiado caro para alguien como éste que escribe, con los recursos económicos más bien justitos pero con muchas ganas de currar, embellecer el terruño de la abuela y hacer deporte sin recurrir a un gimnasio.
Recomiendo sin embargo, una alternativa mucho más barata cuyos beneficios son perfectamente comparables aunque requiere esfuerzo recogerlo, pues no se vende en tiendas: Basura de oveja, "el guano de monte" (más abajo indico más detalles).
TIPOS
Básicamente hay dos tipos:
Los de origen vegetal (compost, turba y mantillo), que son también algo carillos si no disponemos en nuestro jardín de un rincón donde poner a fermentar la hierba segada, podas y hojas caídas. El contenido nutritivo es también mucho más discreto, y, la diferencia principal es que no vale con depositar una palada o dos en la superficie en torno al árbol como se hace con el guano o la basura de monte, sino que hay que mezclarlo bien con la tierra antes de que lo plantemos el árbol para que tenga algún efecto.
Los de origen animal por otro lado, son muy penetrantes y de muy alto poder nutritivo y sin embargo pueden incluso salinos gratis. B
asta con poner una palada o dos en “la hoya” donde se encuentra un arbolillo que está débil por haber sido afectado por alguna enfermedad o desastre, o que vemos que le cuesta arraigar, y veremos como ese invierno no le afectan tanto las heladas, como se le suben quizás hormigas limpiadoras que le curarán de orugas y arañas, y como en primavera tiene un resurgimiento espectacular cargado de hojas y flores, y finalmente, como en verano ya no se le agrieta el suelo.
Hay tantos tipos de abono como especies de animales.
Ordenados de forma descendente en cuanto a su calidad tenemos:
1.- Guano de gaviota, pingüino o murciélago: es fantástico, el gran reserva de los abonos, es habitual encontrarlo en las tiendas en forma de un concentrado con el cual basta un par de cucharadas diluidas en agua de esta sustancia para obtener el mismo efecto que una buena palada de basura de oveja.
2.- Guano de aves de corral: muy bueno, la diferencia es que si se han alimentado con piensos será más pobre en nutrientes, pero son también de máxima calidad si se han oreado el tiempo suficiente.
3.- Basura de oveja: excelente, la oveja es de los pocos animales que aún viven al aire libre y comen de lo que les gusta. Estos animales suelen pasar la noche en tenadas al aire libre, los lugares más indicados para recogerlo barriendo con el cepillo clásico de pelo duro. Si disponemos de una trituradora podemos extraer sedimentos más antiguos y en menos tiempo que barriendo pero que al levantarse en bloques no les podríamos depositar directamente en su lugar de destino. El propietario de la tenada siempre nos agradecerá su limpieza pues en todo caso es una tarea fatigosa aunque merece la pena.
4.- Basura de res: también muy bueno pero suele quedar en bloques y hay que triturarlo, además la alimentación de vacuno y caballar es posible que sea más pobre y como suelen pernoctar en lugares cubiertos es frecuente que se limpien los recintos pues el hormigón no filtra la humedad y se formaría una masa que haría imposible el tránsito de no limpiarse. De esta manera este tipo de estiércol se amontona y la fermentación s
e hace irregular y lenta con lo cual estaríamos expuestos a gases no sólo desagradables sino también peligrosamente nocivos. Para encontrarlo de forma apta para su uso habría que pasear por el campo como si buscásemos setas, además triturarlo, lo que sería el triple de trabajo.
5.- Basura orgánica de otro tipo, peladuras de fruta, restos de animales, etc. no es nada recomendable utilizarlo como abono, pues nunca sabremos con certeza cuando ha terminado su fermentación y correremos el peligro extender la putrefacción al árbol que pretendemos potenciar.
RECOMIENDO
Por experiencia, recomiendo la basura de oveja sin lugar a dudas. El problema es encontrar una tenada al aire libre y agachar el lomo o encontrar también alguien que te la recoja.
Si uno practica el "planting" arbóreo seguramente será buen deportista y el esfuerzo no le arredre, yo me llevo a mis hijos pequeños el día del abono y el trabajo se convierte en todo un ritual, una buena lección y un lúdico día en el campo. Cuidado con los niños de menos de un año pues suelen comprobar la calidad del abono mediante catas de degustación.
Por cierto, no importa que blanquee o que presente hongos, es más, precisamente es indicativo de que ha pasado la preceptiva fermentación.
COMO COMPRARLO
Puede que no tengas tiempo ni ganas de ejecutar tanto ritual, y como no se vende en tiendas (no sé porqué), te dejo mi teléfono 699145642 y yo te consigo una saca de metro cúbico por 60 € y te la llevo donde quieras (hombre, fuera de la provincia de Burgos habría que negociar unos portes), pero me tienes que dar una semana para que avise y me lo recojan, yo ya he pedido tres sacas y muchos de mis vecinos también, aunque he recogido yo mismo otras tantas con mucho gusto, pues para mí cuidar mis árboles no es trabajo, es deporte y salud.
OPINIÓN PERSONAL
Uno de los temas recurrentes en el mundo de la botánica en general es el tema del abono. En él confluyen uopiniones para todos los gustos.
La más radical y extendida es la de aquellos que pretenden amortizar en cuatro temporadas ese tremendo tractor que revienta los caminos y los deja sin un árbol en sus orillas para poder pasar con holgura, tractor que va perdiendo cubiertas allá donde se vean bien para que hagan juego con las escombreras y basureros ilegales que suelen curiosamente circundar sus localidades natales.
Estos incautos señores de la tierra reventada y magnates de la esterilidad mental, fascinados por la mecánica de la combustión se dejan los ahorros y las subvenciones, también en potentes concentrados químicos y fitosanitarios que aniquilan todo bicho viviente a lo largo de infinitos horizontes de solana en latifundios de desolación de monocultivo cerealista y monocultural, o cultura de monos.
Al año siguiente, como es lógico, en ausencia de los depredadores naturales que han muerto intoxicados colateralmente, se desatan todo tipo de nuevas plagas de insectos, hongos, virus y roedores que precisarán para su control nuevos tratamientos químicos y fitosanitarios, en un cuento de nunca acabar donde sólo se benefician los laboratorios, saliendo gravemente perjudicado tanto el medio ambiente como la economía de los agromantes.
Jamás me jactaría de sabio, pues la ignorancia es una desgracia de todos y la madre de todos los males, tan sólo me entristece. Sí me duele la necedad. Necio, según la RAE, es el imprudente, terco y porfiado en lo que hace o lo que dice, que desecha el conocimiento que está en su mano aprenderlo. Con gente así sólo se puede confiar en que su descendencia no herede el mismo fenotipo.
Gracias por ser humanidad consciente.