miércoles, 6 de mayo de 2009

Presentación

Sé bienvenido a este intento de mantener la moral izada a base de acción inmediata e insitu. Piensa en global y actúa en local, dice el pensamiento Gaia. Sé el ejemplo perfecto de tu entorno y regocíjate cuando te emulen y te recuerden.

Un antiguo proverbio indio dice: "El que ha plantado un árbol no ha vivido en vano". Nada hay más cierto. No hay como plantar unos arbolillos bebé de menos de una década para ver crecer con ellos nuestra autoestima, nuestra conciencia y nuestra esperanza de un futuro más amigable, más racional y más sano, o como otros muchos pensamos, para que haya algún futuro.

Cuando practico esta costumbre cada fin de semana entre noviembre y febrero (el resto del año procuro cuidados a los recién plantados), las prisas de la vida que nos hemos creado me dan un pequeño respiro y puedo ver claramente a los niños del futuro, quizás nietos, jugando entre esos ejemplares adultos repletos de fruta y esplendor, encaramándose a esos robustos y vigorosos señores leñosos que han permitido el desarrollo de las especies animales, y puedo sentir en medio de un enorme estremecimiento de gozo y esperanza, cómo la Gran Madre de todo me besa la frente sudada y soleada.

Mi hijo de tres años ya ha plantado su primer ejemplar de castaño y espero que pueda también transmitir esta pasión a sus propios hijos. Tal vez sus choznos puedan decir: "Este bosque lo engendró el padre de mi tatarabuelo, que fue uno de esos pioneros de la reforestación del siglo XXI después de la gran masacre de la era industrial cuando se quemaron casi todos los fósiles del planeta, se acabaron casi todas las selvas y se extinguieron casi todas las especies. Y lo hizo sin gritar, sin violencia, sin pancartas ni pasquines, tan sólo en silencio con sudor y una palota, por eso vivió 110 años..."

Se pasará de todo, errores y aciertos, alegrías y accidentes, éxitos y ruinas, pero este trabajo quedará y honrará tu nombre y tus huesos.

Hoy sé algo más que cuando empecé con este vicio de echar raíces que desplazó mis noches de juventud en bares y tardes de fútbol y billar, ratos estériles y ociosos donde se me iba la paga y la vida.

Hoy sé que se pueden recuperar los desiertos que van dejando tras de si las explotaciones de áridos y cerealistas. Se puede y se debe. Se debería por parte de la Administración con uno de esos decretazos de Bruselas tipo "se prohíbe alimentar a los buitres..." pero mientras los "urupeos" se lo piensan y siguen subvencionando a esos potentes tractores que arrasan con todo y cuya rentabilidad exige engullir miles de hectáreas cada año, pongámonos los guantes y manos a la obra en nuestra finquita olvidada de la abuela que probablemente alguien nos la estará arando por cuatro duros ó, lo que es más frecuente, por ninguno.

En este blog explicaré cómo recobrar el vigor físico que la vida sedentaria de la ciudad adormece hasta la atrofia y con el cual convivimos acostumbrados como si la fatiga cotidiana fuera lo normal, y desterraré falsas creencias como la de pensar que tener algún callo en las manos es algo denigrante y de clases pobres o que un bronceado rural es menos bonito que el de la playa o el solarium. Explicaré también qué sencillo es tener éxito en nuestras plantaciones con algunos consejos que suelen obviarse por triviales para el que lo sabe, pero que suelen hacer incurrir en el error al neófito, constituyendo el error en este sentido, la muerte de una criatura verde con expectativas milenarias.

Explicaré cómo se puede invertir nuestro dinero en las especies más cotizadas desde el punto de vista estético, comercial y maderable, y también cómo podemos plantar un millón de árboles sin gastarnos un duro, tan sólo con nuestras manos, unas pocas herramientas sencillas y un poco de conocimiento.

Mi tierra castellana es hoy solariega y polvorienta debido a que la explotaron hasta la extenuación llevando consigo a las especies que la habitaban a su desaparición casi total, en un círculo vicioso que suele desembocar tarde o temprano en los desiertos irreversibles tipo Sahara o Texas.

Sin lechuzas, por ejemplo, se desarrollan plagas de ratones (quien sabe porqué los llaman topillos) que como cualquier plaga merman las cosechas, los plantones naturales del bosque y provocan grandes indemnizaciones a los estados. Los señores borricos agroprecarios (pido disculpas a la noble especie equina por la comparación) que como "saben" de campo, rocían todo de venenos para el control de plagas, y ya de paso, hacen cócteles con hervicidas para ahorrarse paseos y gasoil (un gasoil que no sé por que a ellos les tiene que salir más barato que a mí), sino ¿para qué se compraron tanta maquinaria?

Con este acto acaban con la plaga de ratones de ese año y con todo bicho viviente animal y vegetal quizás para siempre. Después el cazador tiene que dispararle al perro para poder ver sangre y amortizar el equipo de camuflaje.

Al final ¿quién se lucra de tanta necrología planificada y patentada? los laboratorios. Este gremio que consume la mayor parte de los recursos públicos que se destinan a la investigación y que de vez en cuando se les escapa desde sus avionetas alguna cepa de gripe aviar, porcina o tontina.

Ante esta mal llamada civilización del hurto generalizado, de la manipulación de masas y de la pantomima legal ¿qué podemos hacer los que queremos dejar un futuro ya no menos precario que el que le estamos pensando dejar, sino un futuro "POSIBLE", a las generaciones futuras? Mucho. Lo verán en este blog.

Espero vivir lentamente, morir muy viejo y dejar un arrugado cadáver, y espero además vivir lo suficiente para ver a estos monstruos de la erosión con fines agroprecarios, morir oxidados de inanición de combustible, y volver a ver suficientes parejas de mis ancestrales compañeros de hábitat, como para esquivar la extinción definitiva. Espero vivir lo suficiente para ver desmoronarse esos muros de ignorancia que inmovilizan más que al pobre analfabeto que retroalimenta su falta de cultura entre bolos y futbol, al docto letrado que abusa de su poder apoltronado en algún puesto estratégico de funcionario cual pieza de ajedrez para los planes que permiten como siempre el desvío de los capitales circulantes hacia los bolsillos de los que más lo tienen y retienen acumulado y estancado.

Si mi pensamiento es herético a tu costumbre y tu conducta, lo siento por las dos, pero si comprendes algo de lo que te digo, compartamos las experiencias que nos hagan optimizar los pocos recursos de que disponemos en resultados bellos, sostenibles y futuribles, que nos hagan ser más conscientes y comprometidos, y también porqué no, rentabilizar el esfuerzo no sólo en forma de salud y belleza, sino también en resultados lucrativos, pues también hay que vivir.

Muchas gracias por tu visita, discúlpame si no subo artículos con la frecuencia que desearía, y aún muchas más gracias por tus amables comentarios aunque también acepto críticas.

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